Los días cada vez más oscuros de otoño a invierno han dado lugar a ritos diferentes en toda Europa, incluso en el País Vasco. La muerte, la recolección de cosechas, la memoria de los familiares fallecidos… A este respecto, hay relatos y ritos en el que se vacían calabazas que dan forma de rostro, y que se iluminan con una pequeña vela para así intimidar a los vecinos y dar paso a las almas de los fallecidos.